Con el tiempo y el uso constante, los embragues pueden desgastarse y perder eficiencia. Un embrague desgastado no solo puede afectar la capacidad de cambiar de marchas de manera fluida, sino que también puede causar vibraciones, ruidos extraños e incluso dificultar el arranque del vehículo. Además, un embrague en mal estado puede tener un impacto negativo en la economía de combustible y en la durabilidad de otros componentes de la transmisión.
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